25 de marzo de 2014 - Texto; J. García. - Fotos; Carlos Gil.
Posiblemente uno de los astros que más fascinación ha causado a todas las generaciones, sea la Luna. Nuestro Satélite que nos viene acompañando desde prácticamente el inicio de la formación de nuestro planeta, y cuyo origen permanece enigmático para la mayoría de las personas. Hoy descubrimos su origen, y describimos sus características, y para completar este artículo, analizamos los distintos meteoritos que han llegado a la Tierra, procedentes de nuestro satélite.
Según la teoría más aceptada científicamente, la Tierra y la Luna tuvieron un origen común. En pleno proceso de formación de nuestro planeta, el impacto de un gran asteroide contra el mismo arrancó una parte de su masa, que fue eyectada al espacio. Gran parte de esa masa volvió a caer sobre la Tierra, atraída por la gravedad que ejercía el planeta sobre los fragmentos.
Pero otra parte de esa materia quedó orbitando alrededor de nuestro planeta, a modo de anillo de asteroides, como el de Saturno, y esa materia, con el paso de los milenios, fue acrecionando el cuerpo que hoy conocemos como La Luna. El lucero de nuestras noches más románticas, tiene un violento pasado... y un violento presente.
Hasta 1969 la Luna no era más que un cuerpo lejano, fuera del alcance de la mano del hombre. Pero gracias a los avances científicos del momento (y a la vida de algún que otro "astronauta terrestre") la Luna pudo ser pisada por el ser humano.
"Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Humanidad" y tras estas palabras de Neil Armstrong, el primer pie humano marcó su huella en el regolito de la Luna. Una huella que permanecerá por muchos años allí.
Los tripulantes de la Misión Apolo tuvieron ocasión de recoger en la superficie del Satélite numerosas muestras geológicas que trajeron de vuelta a la Tierra, así como de hacer observaciones y apreciaciones "in situ" sobre lo que estaban observando.
El satélite, obsevado a simple vista desde la Tierra, ya deja entrever dos litologías de materiales ígneos diferenciados. Las llamadas regiones elevadas, que los científicos interpretaron como cadenas montañosas, y por otro lado extensas regiones que llamamos "Marias" (Mares, en latín) donde apenas pueden percibirse sino unos pocos cráteres.
Estos Mares se componen de un basalto que brotó del interior del satélite por fisuras abiertas en la superficie debido al impacto de otros grandes cuerpos contra su superficie.
Sabemos que la Luna es un satélite sin atmósfera, por lo que no existe en el mismo la posibilidad de que los agentes externos puedan modificar las particularidades de la superficie... o al menos eso creemos.
Efectivamente nos equivocamos. Cierto es que no existe atmósfera, pero cuenta con otros agentes abrasivos, quizás más violentos, y que son los causantes de la existencia de regolito sobre toda la superficie del satélite.
El regolito es una especie de polvo muy fino que cubre todo el cuerpo, y que viene producido por el contínuo impacto de meteoritos y micrometeoritos sobre el suelo lunar. Estos impactos hacen que las rocas se quiebren, y se vayan desintegrando en un proceso de "erosión espacial".
Lentamente, todas las rocas y superficies expuestas al exterior, se irán pulverizando y convirtiendo en regolito. Este regolito puede observarse sobre el resto de cuerpos rocosos del sistema solar que carecen de atmósfera.
Pero independientemente de estas dos litologías de materiales claramente diferenciables desde la Tierra a simple vista, la riqueda geológica del satélite ha quedado de relieve y evidenciada por la diversidad de especímenes distintos que han llegado hasta la Tierra.
De sobre la forma de llegar, muchas de ellas son las traídas por las Misiones Apolo, pero una masa aún mayor ha llegado a nuestro planeta de forma totalmente natural, por procesos que todos bien conocemos.
Quizás el material más abundante en la Luna sea la Anortosita. Se trata de una variedad de Plagioclasa rica en Calcio que en la Tierra es muy poco apreciable (en todo caso se han recogido muestras en estratos de Eras Arcaicas). Es un tipo de feldespato (CaAl2Si2O8).
Y es precisamente este material el que da nombre a uno de los tipos de meteoritos que proceden de la Luna. Los llamamos LUN-A (Anortositas). Son brechas de color claro insertas en una matriz de regolito oscuro y cuya procedencia se cree que son las zonas altas de la Luna, aquellas que se ven de color más claro sobre el satélite, y que ocupan casi el 75% del total de su superficie.
Ya a simple vista podemos apreciar la estructura brechoide de estas acondritas, cuyos clastos pueden medir hasta menos de un milímetro, siendo su medida media en torno a los 4 milímetros. Los clastos de la composición vienen ocupando un 25 % del total de la roca, siendo la matriz el restante 75%, cuyos granos son de tamaño microscópico (inferiores a los 125 micrómetros). En general, los clastos son de anortosita y la matriz de tipo feldespática en una mezcla extremadamente heterogénea.
Las LUN B, también llamadas Basaltos Lunares, y LUN G también llamadas Gabros lunares, presentan una composición muy similar a las eucritas del grupo HED y su apariencia es bastante similar.
Cuando la Luna se encontraba en plena formación, el impacto de grandes cuerpos sobre ella abrió grandes cuencas sobre su superficie por las que emanó el magma de su interior, rellenando estas grandes cuencas en lo que ahora llamamos Mares lunares. Es debido a su composición, Basaltos y Gabros, por lo que presentan un color más oscuro.
Los científicos afirman que este magma basáltico estuvo fluyendo en la luna hasta hace unos 1.300 millones de años, por cuya razón podemos entender que son rocas muchísimo más jóvenes que aquellas que rodean a estas zonas, y que se encuentran en las regiones altas del satélite, y cuyas edades las sitúan en los orígenes mismos del cuerpo, hace unos 4.000 m. a.
La composición de estos meteoritos (en general de los materiales de los Maria) es una roca ígnea oscura, de orden magmático, compuestas de olivino, piroxeno y plagioclasas pobres en Fe.
Por otra parte también han llegado a nosotros algunos meteoritos compuestos por una mezcla de materiales de los anteriores. Son los que llamamos Brechas Mezcladas, y como puede imaginarse, el catálogo de ejemplares de composición tan variable es impresionante.
Finalmente las LUN N, también llamadas Noritas, están compuestas por Norita, como su propio nombre indica, y según los estudios realizados, parecen proceder de la Cuenca Atkins.
Como podemos imaginar, el catálogo de meteoritos de la luna se dispara, y en la actualidad la Meteoritical Society tiene reconocidos 180 ejemplares procedentes de la Luna, que junto a los 132 procedentes de Marte, suponen las más valiosas joyas geologicas que tenemos en nuestras manos.
Posiblemente uno de los astros que más fascinación ha causado a todas las generaciones, sea la Luna. Nuestro Satélite que nos viene acompañando desde prácticamente el inicio de la formación de nuestro planeta, y cuyo origen permanece enigmático para la mayoría de las personas. Hoy descubrimos su origen, y describimos sus características, y para completar este artículo, analizamos los distintos meteoritos que han llegado a la Tierra, procedentes de nuestro satélite.
Según la teoría más aceptada científicamente, la Tierra y la Luna tuvieron un origen común. En pleno proceso de formación de nuestro planeta, el impacto de un gran asteroide contra el mismo arrancó una parte de su masa, que fue eyectada al espacio. Gran parte de esa masa volvió a caer sobre la Tierra, atraída por la gravedad que ejercía el planeta sobre los fragmentos.
Pero otra parte de esa materia quedó orbitando alrededor de nuestro planeta, a modo de anillo de asteroides, como el de Saturno, y esa materia, con el paso de los milenios, fue acrecionando el cuerpo que hoy conocemos como La Luna. El lucero de nuestras noches más románticas, tiene un violento pasado... y un violento presente.
Hasta 1969 la Luna no era más que un cuerpo lejano, fuera del alcance de la mano del hombre. Pero gracias a los avances científicos del momento (y a la vida de algún que otro "astronauta terrestre") la Luna pudo ser pisada por el ser humano.
"Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Humanidad" y tras estas palabras de Neil Armstrong, el primer pie humano marcó su huella en el regolito de la Luna. Una huella que permanecerá por muchos años allí.
Los tripulantes de la Misión Apolo tuvieron ocasión de recoger en la superficie del Satélite numerosas muestras geológicas que trajeron de vuelta a la Tierra, así como de hacer observaciones y apreciaciones "in situ" sobre lo que estaban observando.
El satélite, obsevado a simple vista desde la Tierra, ya deja entrever dos litologías de materiales ígneos diferenciados. Las llamadas regiones elevadas, que los científicos interpretaron como cadenas montañosas, y por otro lado extensas regiones que llamamos "Marias" (Mares, en latín) donde apenas pueden percibirse sino unos pocos cráteres.
Estos Mares se componen de un basalto que brotó del interior del satélite por fisuras abiertas en la superficie debido al impacto de otros grandes cuerpos contra su superficie.
Sabemos que la Luna es un satélite sin atmósfera, por lo que no existe en el mismo la posibilidad de que los agentes externos puedan modificar las particularidades de la superficie... o al menos eso creemos.
Efectivamente nos equivocamos. Cierto es que no existe atmósfera, pero cuenta con otros agentes abrasivos, quizás más violentos, y que son los causantes de la existencia de regolito sobre toda la superficie del satélite.
El regolito es una especie de polvo muy fino que cubre todo el cuerpo, y que viene producido por el contínuo impacto de meteoritos y micrometeoritos sobre el suelo lunar. Estos impactos hacen que las rocas se quiebren, y se vayan desintegrando en un proceso de "erosión espacial".
Lentamente, todas las rocas y superficies expuestas al exterior, se irán pulverizando y convirtiendo en regolito. Este regolito puede observarse sobre el resto de cuerpos rocosos del sistema solar que carecen de atmósfera.
Pero independientemente de estas dos litologías de materiales claramente diferenciables desde la Tierra a simple vista, la riqueda geológica del satélite ha quedado de relieve y evidenciada por la diversidad de especímenes distintos que han llegado hasta la Tierra.
De sobre la forma de llegar, muchas de ellas son las traídas por las Misiones Apolo, pero una masa aún mayor ha llegado a nuestro planeta de forma totalmente natural, por procesos que todos bien conocemos.
Quizás el material más abundante en la Luna sea la Anortosita. Se trata de una variedad de Plagioclasa rica en Calcio que en la Tierra es muy poco apreciable (en todo caso se han recogido muestras en estratos de Eras Arcaicas). Es un tipo de feldespato (CaAl2Si2O8).
Y es precisamente este material el que da nombre a uno de los tipos de meteoritos que proceden de la Luna. Los llamamos LUN-A (Anortositas). Son brechas de color claro insertas en una matriz de regolito oscuro y cuya procedencia se cree que son las zonas altas de la Luna, aquellas que se ven de color más claro sobre el satélite, y que ocupan casi el 75% del total de su superficie.
Ya a simple vista podemos apreciar la estructura brechoide de estas acondritas, cuyos clastos pueden medir hasta menos de un milímetro, siendo su medida media en torno a los 4 milímetros. Los clastos de la composición vienen ocupando un 25 % del total de la roca, siendo la matriz el restante 75%, cuyos granos son de tamaño microscópico (inferiores a los 125 micrómetros). En general, los clastos son de anortosita y la matriz de tipo feldespática en una mezcla extremadamente heterogénea.
LUN-A NWA2995. Foto; Mike Farmer (Encyclopedia of Meteorites IMCA)
Las LUN B, también llamadas Basaltos Lunares, y LUN G también llamadas Gabros lunares, presentan una composición muy similar a las eucritas del grupo HED y su apariencia es bastante similar.
Cuando la Luna se encontraba en plena formación, el impacto de grandes cuerpos sobre ella abrió grandes cuencas sobre su superficie por las que emanó el magma de su interior, rellenando estas grandes cuencas en lo que ahora llamamos Mares lunares. Es debido a su composición, Basaltos y Gabros, por lo que presentan un color más oscuro.
Los científicos afirman que este magma basáltico estuvo fluyendo en la luna hasta hace unos 1.300 millones de años, por cuya razón podemos entender que son rocas muchísimo más jóvenes que aquellas que rodean a estas zonas, y que se encuentran en las regiones altas del satélite, y cuyas edades las sitúan en los orígenes mismos del cuerpo, hace unos 4.000 m. a.
La composición de estos meteoritos (en general de los materiales de los Maria) es una roca ígnea oscura, de orden magmático, compuestas de olivino, piroxeno y plagioclasas pobres en Fe.
LUN G NWA 2977 -
Por otra parte también han llegado a nosotros algunos meteoritos compuestos por una mezcla de materiales de los anteriores. Son los que llamamos Brechas Mezcladas, y como puede imaginarse, el catálogo de ejemplares de composición tan variable es impresionante.
Finalmente las LUN N, también llamadas Noritas, están compuestas por Norita, como su propio nombre indica, y según los estudios realizados, parecen proceder de la Cuenca Atkins.
Como podemos imaginar, el catálogo de meteoritos de la luna se dispara, y en la actualidad la Meteoritical Society tiene reconocidos 180 ejemplares procedentes de la Luna, que junto a los 132 procedentes de Marte, suponen las más valiosas joyas geologicas que tenemos en nuestras manos.
TISSINT, procedente de Marte. Colección VESTIGIOS DEL UNIVERSO
J. García.