J. García, director del Museo Canario de Meteoritos. | LAS PALMAS.
Más de tres años después del evento meteórico más mediático de la Historia, regresamos a la caza de las rocas que cayeron del Cosmos.
Aún recuerdo con notoria nitidez aquella mañana del 15 de febrero de 2013. Llegaban noticias por todas partes, pero aún eran confusas. Se hablaba de atentados, de posibles ataques militares, de explosiones atómicas... incluso del fin del mundo. El cielo se desplomaba sobre las cabezas.
Una brillante explosión, más brillante aún que el propio sol, dio los buenos días en Rusia. Algo había explotado en el cielo, pero no se sabía qué había sido aquello. ¿un avión? ¿un misil? ¿qué podía ser aquel evento tan espectacular como silencioso?
Las gentes se echaron a la calle a observar, la curiosidad por aquel fenómeno surgido de la nada que pilló a todos por desprevenidos hizo que mucha gente se echara a la calle, y se asomara a las ventanas... unos minutos más tarde... llegó el estruendo.
Una ensordecedora onda sónica destrozó cristales, ventanas, vehículos, muros... dejando a su término un balance de más de 30 millones de euros en daños materiales... y muchos daños personales. Al hospital comenzaron a llegar heridos por el evento, tantos, que el cómputo alcanzó la cifra de 1491 afectados de diversa gravedad.
El evento de inmediato dio la vuelta al mundo. Las filmaciones de las cámaras de seguridad que los vehículos suelen llevar instaladas se hicieron virales en la red, de forma que a las pocas horas, millones de personas en todo el mundo habían visto las filmaciones. En las redes sociales no se hablaba de otra cosa.
Las noticias continuaron confusas durante algunas horas más, hasta que finalmente hubo comunicación oficial. Un pequeño asteroide había colisionado contra la atmósfera, provocando el resplandor, y la explosión tan violenta, junto a todos los daños computados.
De inmediato los equipos científicos se echaron al campo en busca de los fragmentos que presumiblemente deberían haber caído a Tierra. Un evento de esas características casi con total seguridad que debería dejar un campo regado de fragmentos. Fue así como comenzaron a aparecer pequeños trozos en las inmediaciones de un bosque, sobre la nieve.
Llegaban noticias de Chebarkul, localidad cercana al lago del mismo nombre, de que algo había caído en el mismo, pero no había nada más que un enorme agujero en el hielo que cubría la superficie del lago.
Durante meses los equipos de buzos rastrearon el cenagoso fondo del lago, hasta que encontraron la masa mayor del meteorito. más de 500 kilos de peso. Esto ocurrió 8 meses después del evento. Para entonces, cientos, miles de fragmentos habían ya sido localizados y distribuidos por colecciones de todo el mundo.
Recuerdo que el primer fragmento que llegó a mis manos, de apenas 1.04 gramos de peso, fue recibido como un auténtico tesoro. Después de él, llegaron más.
La colección del Museo Canario de Meteoritos, que dirijo personalmente, ha continuado en estos años tras las huellas de Chelyabinsk, y hasta el momento ya hemos expuesto en nuestras vitrinas 6 fragmentos del Meteorito de Chelyabinsk. A pesar del tiempo transcurrido, los buscadores aún encuentran algunos fragmentos del mismo, y gracias a ellos, nuestros visitantes pueden conocer esta historia admirando estos bellos ejemplares.
Más de tres años después del evento meteórico más mediático de la Historia, regresamos a la caza de las rocas que cayeron del Cosmos.
Aún recuerdo con notoria nitidez aquella mañana del 15 de febrero de 2013. Llegaban noticias por todas partes, pero aún eran confusas. Se hablaba de atentados, de posibles ataques militares, de explosiones atómicas... incluso del fin del mundo. El cielo se desplomaba sobre las cabezas.
Una brillante explosión, más brillante aún que el propio sol, dio los buenos días en Rusia. Algo había explotado en el cielo, pero no se sabía qué había sido aquello. ¿un avión? ¿un misil? ¿qué podía ser aquel evento tan espectacular como silencioso?
Las gentes se echaron a la calle a observar, la curiosidad por aquel fenómeno surgido de la nada que pilló a todos por desprevenidos hizo que mucha gente se echara a la calle, y se asomara a las ventanas... unos minutos más tarde... llegó el estruendo.
Una ensordecedora onda sónica destrozó cristales, ventanas, vehículos, muros... dejando a su término un balance de más de 30 millones de euros en daños materiales... y muchos daños personales. Al hospital comenzaron a llegar heridos por el evento, tantos, que el cómputo alcanzó la cifra de 1491 afectados de diversa gravedad.
El evento de inmediato dio la vuelta al mundo. Las filmaciones de las cámaras de seguridad que los vehículos suelen llevar instaladas se hicieron virales en la red, de forma que a las pocas horas, millones de personas en todo el mundo habían visto las filmaciones. En las redes sociales no se hablaba de otra cosa.
Las noticias continuaron confusas durante algunas horas más, hasta que finalmente hubo comunicación oficial. Un pequeño asteroide había colisionado contra la atmósfera, provocando el resplandor, y la explosión tan violenta, junto a todos los daños computados.
De inmediato los equipos científicos se echaron al campo en busca de los fragmentos que presumiblemente deberían haber caído a Tierra. Un evento de esas características casi con total seguridad que debería dejar un campo regado de fragmentos. Fue así como comenzaron a aparecer pequeños trozos en las inmediaciones de un bosque, sobre la nieve.
Llegaban noticias de Chebarkul, localidad cercana al lago del mismo nombre, de que algo había caído en el mismo, pero no había nada más que un enorme agujero en el hielo que cubría la superficie del lago.
Durante meses los equipos de buzos rastrearon el cenagoso fondo del lago, hasta que encontraron la masa mayor del meteorito. más de 500 kilos de peso. Esto ocurrió 8 meses después del evento. Para entonces, cientos, miles de fragmentos habían ya sido localizados y distribuidos por colecciones de todo el mundo.
Recuerdo que el primer fragmento que llegó a mis manos, de apenas 1.04 gramos de peso, fue recibido como un auténtico tesoro. Después de él, llegaron más.
La colección del Museo Canario de Meteoritos, que dirijo personalmente, ha continuado en estos años tras las huellas de Chelyabinsk, y hasta el momento ya hemos expuesto en nuestras vitrinas 6 fragmentos del Meteorito de Chelyabinsk. A pesar del tiempo transcurrido, los buscadores aún encuentran algunos fragmentos del mismo, y gracias a ellos, nuestros visitantes pueden conocer esta historia admirando estos bellos ejemplares.
El primer fragmento que llegó a la colección. 1.04 gramos de peso.
Tercer ejemplar recibido este mismo año 2016. Su peso supera los 47 gramos.
Cuarto ejemplar, pesa 8,78 gramos. A pesar del tiempo, se conserva de una forma extraordinaria.
Quinto ejemplar, pesa 56,73 gramos. Está completo y se trata de un fragmento brechado de gran valor científicos.
El sexto ejemplar pesa 7.75 gramos. Está intacto, perfectamente conservado, sin fracturas ni daños de ningún tipo. Extraordinario.
En interés de que los visitantes puedan admirar una colección interesante, las próximas fechas serán adquiridos nuevos ejemplares del meteorito de Chelyabinsk, que hasta el momento, forman parte de la mayor colección de estos ejemplares que tenemos en las Islas Canarias.
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