15 de agosto de 2014 - Expedición Canarias. Fotos e informe de investigación; © J. García.
Estos últimos años los avances en investigación meteorítica han desarrollado un amplio campo de estudio y de descubrimientos, que están permitiendo el conocimiento más íntimo de todos los materiales que rodean a nuestro planeta y que interactúan con él.
Uno de los puntos más interesantes que ha centrado y centra las investigaciones de expertos en todo el mundo, es desentrañar los secretos que aún encierran las condritas ordinarias. Se trata de los meteoritos más primitivos que orbitan y caen a la Tierra, aquellos que han sufrido poco o ningún proceso de modificación de su composición desde que se formaron como rocas al inicio del sistema solar.
Recientes observaciones al microscopio de ejemplares de meteorito del tipo Condrita, permiten documentar el grupo cristalino de su fase metálica.
Estos últimos años los avances en investigación meteorítica han desarrollado un amplio campo de estudio y de descubrimientos, que están permitiendo el conocimiento más íntimo de todos los materiales que rodean a nuestro planeta y que interactúan con él.
Uno de los puntos más interesantes que ha centrado y centra las investigaciones de expertos en todo el mundo, es desentrañar los secretos que aún encierran las condritas ordinarias. Se trata de los meteoritos más primitivos que orbitan y caen a la Tierra, aquellos que han sufrido poco o ningún proceso de modificación de su composición desde que se formaron como rocas al inicio del sistema solar.
Cuando nos adentramos a conocer el mundo de los meteoritos, y vamos
sabiendo más sobre los mismos, con bastante frecuencia nos asalta la curiosidad
de conocer más cosas de ellos, debido básicamente a que su estructura y
composiciones son extraordinariamente diferentes a las de las rocas de la
Tierra.
Es obvio que el hecho de haberse formado en un ambiente distinto, en
condiciones diferentes y con materiales distintos ha dado origen a rocas que
suponen para nosotros auténticos libros de historia natural abiertos, y
dispuestos a revelar sus secretos a quienes deseen estudiarlos.
En este artículo quiero centrar la atención en una de estas rocas tan
especiales. Se trata de un ejemplar de
meteorito Dhofar que pude adquirir hace unos meses. Es una condrita ordinaria de tipo H5 W4 que
pesaba 48,5 gramos y se encontraba
cortada y pulida en la zona del corte.
El motivo por el que cortamos y pulimos los meteoritos es para poder
estudiar con mayor detalle su estructura, ya que debido al proceso de abrasión
tan violento que sufren en su reentrada a la atmósfera, dichas características
dejan mucho que desear en su parte externa.
Sus capas superficiales son fundidas debido al calor producido en el
rozamiento.
Este ejemplar estuvo expuesto al público en el Museo de Meteoritos que
Expedición Canarias tiene abierto al público en la Isla de Gran Canaria, y como
todas las piezas de la Colección, era sometida regularmente a revisiones para
valorar el posible impacto negativo de las condiciones de exposición sobre las
mismas, con interés de corregirlas y en último término aislar las piezas para
preservarlas del deterioro.
Pero este Dhofar manifestaba una característica que en las revisiones había
pasado por alto, y que cuando estudié las microfotografías, dio origen al desarrollo
de este informe.
FASE METÁLICA EN LAS CONDRITAS.
Las condritas ordinarias son el grupo de meteoritos más común, con un
porcentaje de más del 87% de las caídas recuperadas. Son de naturaleza rocosa, y los más
primitivos materiales que caen a Tierra. En su mayoría han sufrido algún tipo de
transformación, casi en su mayoría, producida por calor, pero que en todo caso,
aunque ha transformado en ocasiones la estructura de los componentes,
químicamente permanece muy similar a como estaba cuando se formaron estas
rocas.
Las edades de las mismas han sido datadas de los inicios de la formación
del sistema solar, más de 4500 millones de años, por lo que podemos decir que
son los materiales más antiguos que conocemos.
En su composición intervienen una serie de elementos interesantes, entre
los que caben destacar los cóndrulos, las CAIs, o materiales refractarios de
calcio y aluminio, los granos presolares, la matriz, y la fase metálica.
Porque curiosamente, en las condritas, en todas ellas, interviene una parte
de fase metálica nativa.
Esta fase nativa está compuesta por kamacita en su mayor parte, aleación de
hierro y níquel, que se manifiesta como pequeñas partículas sólidas
irregulares, angulosas, insertas en la matriz, o rodeando los clastos y
cóndrulos. Esta misma fase puede
manifestarse en estado fundido si el cuerpo ha sufrido algún impacto
considerable.
Pero volviendo a la fase metálica en estado de partículas granuladas, se ha
determinado que en la misma interviene la aleación hierro níquel en una variable
cantidad.
Las fases metálicas de los meteoritos metálicos suelen cristalizar en su
mayoría en el sistema octaédrico (también en el hexaédrico, o no manifestar
cristalización visible), que se forma cuando los metales, debido a su
naturaleza y a la velocidad de enfriamiento, producen la desmezcla de los
mismos, separándose según su composición.
Aparecen así los bandeados alternos de láminas de kamacita con láminas de
taenia, y entre ellas, un mineral accesorio transitorio entre ambas que
conocemos como plessita.
Dependiendo de la cantidad de níquel presente en la aleación se observó
que, a mayor contenido de níquel, las bandas de kamacita eran más pequeñas, y a
la inversa, a menor cantidad de níquel,
mayor era el ancho de las bandas de kamacita.
Esto daría origen a un amplio abanico de octaedritas que irían desde las
octaedritas muy gruesas (que superan los 2 mm de ancho de la kamacita) a las
octaedritas muy finas (que no alcanzan el medio milímetro de ancho).
Bandas de Widmanstätten en el Meteorito Muonionalusta.
Pero en el caso que nos ocupa del estudio de la fase metálica de las
condritas, se había determinado efectivamente su composición química; aleación
de hierro y níquel, lo que no se había documentado, o rara vez se ha visto y no
ha trascendido, es el hecho de que esas partículas metálicas también
manifestaban sistema de cristalización.
Tras someter al microscopio el ejemplar de Dhofar, se ha fotografiado un
fragmento de su fase metálica, cuya fotografía exponemos a continuación.
Como puede verse en el reflejo de la luz, en la fase metálica se dibuja
perfectamente un sistema cristalino que entrecruza láminas metálicas en la
particular estructura que conocemos como Bandas de Widmanstätten.
La inclusión metálica no alcanza a medir los dos milímetros, por lo que el
detalle de este bandeado supone un descubrimiento muy interesante en el
ejemplar. Hemos medido los ángulos que
forman los cristales, midiéndose ángulos entre 35 y 45 º.
Finalmente hemos medido el ancho de estas bandas, situándose en el rango
inferior a 0,1 milímetro, incluéndolas dentro del grupo de las Octaedritas Muy
Finas.
Estas observaciones y su documentación suponen un hallazgo interesante, ya
que determinaría que la fase metálica de las condritas ordinarias (al menos en
este caso) procedería de hierros que han cristalizado algunos millones de años
antes de formarse las rocas.
Partimos de la base de que el hierro es el último elemento que se forma en
el proceso de fusión nuclear tenido lugar en el proceso de nucleosíntesis de
las estrellas, por lo que cabría preguntarse si estas partículas metálicas
procederían de alguna supernova ocurrida en otro punto de nuestra galaxia y
sufrieron su enfriamiento durante el tiempo que estuvieron libres por la
nebulosa presolar, anterior a la acreción de los asteroides primitivos, o
incluso en el viaje hasta ella desde la explosión estelar.
En todo caso, con este hallazgo quedaría demostrado que la fase metálica de
las condritas ordinarias también ha sufrido un proceso de cristalización por
enfriamiento muy lento, y que efectivamente supone un material mucho más
antiguo si cabe que las propias inclusiones refractarias.
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